Mostrando entradas con la etiqueta Venezuela. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Venezuela. Mostrar todas las entradas

Colegio durante el día, Misiones a la noche (Caracas)


Rosa María Torres

Visita al Centro de Educación de Adultos ‘Padre Mendoza’, Parroquia El Valle,
Caracas, Venezuela (29 junio, 2006)

Dedicado a Lucio Segovia. In Memoriam.
Lucio me ayudó a organizar las visitas en Venezuela y me alojó en su casa en Caracas
durante la semana de visitas en esa ciudad.
Siempre agradecida.


Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).


He venido a visitar este plantel sin previo aviso, sin permiso ni acompañantes oficiales. Mediante consulta telefónica, una funcionaria del Ministerio de Educación me informó sobre centros educativos en Caracas en los que pueden verse funcionando la Misión Robinson (Robinson I ‘Yo Sí Puedo’: alfabetización y Robinson II ‘Yo Sí Puedo Seguir’: terminación del sexto grado de educación básica) y la Misión Ribas (terminación del bachillerato). He invitado a acompañarme en la visita a Aníbal, del Instituto Radiofónico ‘Fe y Alegría’ (IRFA) de Venezuela.

Es un colegio tradicional de Caracas, fundado en los 1960s, ubicado en la Parroquia El Valle. Un edificio amplio, bien mantenido, de dos plantas, que - al igual que muchos otros planteles educativos en Caracas y en el resto del país - funciona actualmente como colegio regular durante el día y como centro de educación de adultos (CEA) por la noche. Esto - el pleno aprovechamiento de los planteles escolares y su apertura a las necesidades educativas de la comunidad - es una vieja aspiración de quienes abogamos por una política y una práctica educativa inclusivas.

Llueve. Mientras esperamos protegidos bajo el alero de la entrada, observo la interminable hilera de personas que van llegando, en transporte colectivo y a pie: jóvenes y adultos, hombres y mujeres de todas las edades. Lo que los une es el deseo de estudiar, de progresar, de aprovechar esta oportunidad que se les ofrece. Unos vienen a aprender a leer y escribir, otros a completar su primaria, otros a lograr el sueño del bachillerato.

En la entrada encontramos al rector del colegio y a algunos profesores que se van juntando. Ingreso al edificio explicando que soy una educadora e investigadora ecuatoriana interesada en ver cómo funcionan las Misiones Bolivarianas.

En este colegio funcionan la Misión Robinson y la Misión Ribas. La Misión Robinson (llamada así en honor al maestro de Simón Bolívar, Simón Rodríguez, quien adoptó el seudónimo Robinson) fue lanzada el 1 de julio de 2003 a escala masiva, con el propósito de alfabetizar a la población analfabeta mayor de 15 años; en octubre 2005 el gobierno venezolano declaró a Venezuela “Territorio Libre de Analfabetismo”, declaración que levantó polémica a nivel nacional e internacional, pero que contó con el aval de la UNESCO. Según datos oficiales, más de un millón y medio de personas se alfabetizaron en ese período. La alfabetización continúa, ahora como primer nivel de otros niveles educativos que han venido agregándose mediante nuevas Misiones: la Misión Robinson II, lanzada en septiembre 2003, ofrece la educación primaria en 10 meses (se aspira a graduar anualmente a 800 mil personas con el equivalente al sexto grado y universalizar la educación primaria entre toda la población para el 2012); la Misión Robinson III, iniciada en septiembre 2006, consiste en “Círculos de Lectura” destinados a sostener y profundizar el hábito de la lectura; la Misión Ribas se ocupa de la educación secundaria y la Misión Sucre de la universitaria.

Precisamente, el método cubano de alfabetización “Yo, Sí Puedo” (videoclases transmitidas con ayuda de un televisor y un aparato VHS, y con apoyo de un facilitador presencial) se estrenó en Venezuela con la Misión Robinson, para luego extenderse a otros países de la región. Según datos oficiales, 622.511 personas continuaron con el “Yo Sí Puedo Seguir” (breve período de sostenimiento y consolidación de la alfabetización) y 61% de los graduados en la Misión Robinson I continuaron estudiando en la Misión Robinson II. 
 
Asimismo, se distribuyó de manera gratuita un material con 22 lecturas titulado “Ya Puedo Leer” y un millón de Bibliotecas Familiares (colección de 25 títulos de literatura nacional e internacional donados por Cuba) a quienes participaron en el plan de alfabetización. Se creó asimismo el proyecto Robinson Socio Productivo, destinado a financiar proyectos productivos presentados por los estudiantes de la Misión.

Una clase de alfabetización sin video

Las clases empiezan regularmente a las 6 de la tarde pero hoy, con la lluvia, todo anda retrasado. Empezamos visitando, en la planta baja, un aula de la Misión Robinson I (alfabetización). Adentro encontramos al facilitador y a dos alumnas. Tres más llegan enseguida. Veinte son las personas inscritas.

- “La lluvia nos espantó a todos”, aclara el facilitador.

Anuncia, acto seguido, que hoy no usará el video en clase. ¿Por qué? Porque los televisores y VHS están guardados en una bodega en el segundo piso. Los bajan y suben todos los días, por las escaleras, y hoy solo han venido alumnas mujeres. Así pues, cuando no vienen los hombres, que son pocos, no hay video, la clase pasa a ser presencial.

En los minutos siguientes veremos cómo este facilitador se da modos para dictar una clase convencional, prescindiendo del sistema audiovisual para el que está preparado todo, incluido él mismo. Cosas que suceden cuando fallan las tecnologías o las condiciones previstas para utilizarlas…

Lección de Geografía: la luna

En el segundo piso funcionan las aulas de la Misión Ribas, iniciada en noviembre de 2003 y la cual opera también en base a teleclases elaboradas en Cuba. La enseñanza se divide en dos niveles: Primer Nivel o Básico, que comprende del 7º al 9º grados y Ciclo Medio-Diversificado, que abarca  4º y 5º de bachillerato.

Nos asomamos al aula que está junto a las escaleras. El facilitador - un muchacho joven - nos invita a entrar y a ubicarnos en la fila de atrás. No parece acostumbrado a las visitas, pero tampoco sentirse incómodo en nuestra presencia. Quizás porque, al fin y al cabo, la clase no la dicta él sino el video.

El televisor y el VHS están sobre el escritorio del profesor. A un costado están las cajas de cartón en las que diariamente se meten y sacan televisor y VHS y se transportan desde y hacia la bodega, en ese mismo piso. Un carro con ruedas, también a la vista y – según sabremos luego - elaborado por los alumnos en el propio centro, facilita esta penosa tarea diaria de transporte. 

Hay 13 alumnos presentes, la mayoría jóvenes entre 15 y 20 años, vestidos a la moda, llenos de pulseras y collares, gorras volteadas hacia atrás, tatuajes,  piercings, celular en mano varios de ellos. No hay personas mayores, solo dos señoras también jóvenes. Conversando con estos muchachos y muchachas después de la clase sabremos que varios son repitentes o han sido expulsados de sus colegios. Vienen a la Misión Ribas buscando continuar y completar aquí sus estudios secundarios, después de haber sido desahuciados por el sistema escolar tradicional.

Hoy toca Geografía. La lección se refiere a la luna. En la pantalla vemos el siguiente texto:

“El mayor cráter lunar es Bailly, con 295 km. de diámetro
y 3960 metros de profundidad”.

“A fines del año 1996 un grupo de científicos anunciaron
la posible existencia de hielo en la cara oscura de la Luna”.

Mientras observo a los alumnos copiar estos textos, sin una pizca de interés, me pregunto qué relevancia tiene saber el nombre, diámetro y profundidad de un cráter en la luna, y la posible - ni siquiera confirmada - existencia de hielo en su cara oscura. ¿Es éste el conocimiento más actualizado que existe sobre la luna, una década después? Una búsqueda curiosa en Internet, esa misma noche, me descubre decenas de sitios en la web dedicados al conocimiento del sistema solar y de la luna específicamente, con información variada e interesante, incluyendo fotos, mapas y gráficos de alta calidad. Ahí me entero que la luna tiene cerca de 3 billones de cráteres de más de 1 m. de diámetro. ¡Eso sí que llama la atención! La información sobre la misión científica ha sido tomada de este sitio sobre el sistema solar donde se lee: “A finales de 1996, un grupo de científicos estadounidenses anunció el descubrimiento de la posible existencia de hielo (probablemente agua helada) en un cráter de la cara oscura de la Luna”. Si es para fines de información, ¿no sería mejor apoyarse en la computadora y el Internet antes que en el video?

La calidad didáctica del video deja mucho que desear. El color marrón-mostaza del fondo es una mala elección desde el punto de vista visual, reduce antes que realza el contraste con el color negro de los textos. Tampoco el tipo de letra utilizado es el más adecuado. El gráfico de la luna se ve borroso.

- “Profe, ¿qué tenemos que hacer con el gráfico? ¿Lo dibujamos?”, pregunta una de las señoras.
- “Bueno”, dice el profe, y detiene el video.
- “¿Por qué está tan borroso el gráfico?”, me animo a preguntar.
- “Es que éste ya es el cuarto curso, el video se gasta de tanto uso”, explica el profe.

Problema – pienso - que podría resolverse mejor si en lugar del sistema VHS – en desuso - se usara DVD, que ofrece mayor calidad y se degrada menos rápidamente.

Dibujado el gráfico en los respectivos cuadernos, vuelve a correr el video. Ahora aparece en la pantalla el siguiente ejercicio:
ACTIVIDAD INDEPENDIENTE
Dibuja y nombra en tu libreta las fases de la luna

La muchacha sentada adelante de mi pupitre empieza a dibujar en su cuaderno las siluetas de la luna en sus diversas fases, valiéndose de la tapa de un frasco que saca de su cartera.

Nos retiramos de esta clase cuando los alumnos se aprestan a copiar este nuevo dibujo. Es evidente que no pasará mucho más aquí.

Una clase de Inglés

Pedimos permiso para entrar en otra aula, donde transcurre una clase de Inglés. Pocas personas presentes, la mayoría jóvenes. El video está corriendo y muestra un diálogo entre un hombre y una vendedora. El hombre está tratando de comprar un regalo para su esposa. Enseguida, aparece en la pantalla un ejercicio de respuesta múltiple destinado a verificar la comprensión del diálogo:

In the video, the person wants to buy:
-       a house
-       some sweets
-       a present for his wife
Choose the correct item according to the conversation.

Un alumno pide al facilitador si puede regresar el video, para escuchar nuevamente el diálogo. Dirigiéndose a mí, el facilitador explica:

- “El video va muy rápido, el diálogo va muy rápido, no se entiende muy bien”.

Así es. Imagen y audio son deficientes.

La clase termina. Queda la duda de si con este video se puede efectivamente aprender inglés…

La bodega del segundo piso

Vamos a visitar la bodega y nos encontramos ahí con la persona encargada y con el coordinador de las Misiones en este plantel.

La bodega, antes un aula del colegio, ha sido habilitada especialmente para las Misiones a fin de guardar ahí los televisores y VHS, los cassetes de video y demás materiales que se utilizan en las clases de las Misiones. La puerta de madera ha sido sustituida por una puerta blindada a raíz de dos robos, uno a la medianoche y otro en pleno día, en los que los ladrones forzaron puertas y candados y se llevaron todos los equipos, recién adquiridos. Hubo que comprar todo de nuevo y tomar estas medidas. Robos y medidas similares se están dando en otros centros donde funcionan las Misiones. El tema seguridad es clave - y costoso - cuando se trata de distribución y uso masivos de equipos y aparatos como televisores, videocaseteras o computadores. No obstante, suele desestimarse o subestimarse al optar por modalidades educativas basadas en las tecnologías, y al presupuestar sus costos.

Televisores y VHS solo se utilizan en la noche, en las clases de los adultos, no en el funcionamiento regular del colegio. ¿Por qué no se dejan los televisores en las aulas, apertrechados contra la pared, en lugar de transportarlos y guardarlos todas las noches? La pregunta la hemos hecho ya en otras visitas, dentro y fuera de Venezuela. Más allá de las tecnologías y las razones de seguridad, aquí entra en juego el tradicional autismo del sistema escolar y su incapacidad para acoger e integrar lo nuevo, el “mundo exterior”, y especialmente el mundo de la educación no-formal y de adultos.

El tema de la seguridad ha complicado enormemente la organización de las clases en las Misiones. En este caso, implica llevar y traer todos los días los aparatos a y desde las aulas. Los más afectados son los grupos que estudian en el primer piso. El problema se agranda dado el gran tamaño y peso de los televisores, adquiridos atendiendo a las dificultades de visión de muchas personas y al número de alumnos en cada grupo. Un ejemplo de cómo una decisión correcta desde la perspectiva pedagógica puede ser un dolor de cabeza desde la perspectiva logística.

¿Por qué ubicaron la clase de alfabetización en la planta baja, conociendo estas dificultades?, pregunto.

La explicación me toma por sorpresa. En la clase de alfabetización hay una persona que viene a estudiar en silla de ruedas, no puede subir ni bajar gradas. Sus compañeros y compañeras de clase decidieron quedarse en un aula en la planta baja y asumir la dificultad de bajar y subir diariamente el televisor. Un ejemplo de solidaridad que, de no mediar la pregunta, puede interpretarse rápida y equivocadamente como un acto de discriminación.

Un bombero coordinador de las Misiones en el centro

Entrados en confianza y en calor, el coordinador de las Misiones en el centro va abriéndose a la conversación. Se llama Oswaldo, es bombero, vino aquí inicialmente como alumno, se graduó y hoy es el coordinador. Sigue siendo bombero durante el día, en un recinto cercano, y coordinador de este centro por las noches. Está apasionado con este trabajo. Da gusto ver a un bombero convertido en administrador y organizador de un espacio de aprendizaje para jóvenes y adultos, aprendiendo él mismo en su función y agrandándose como persona.

Le pregunto sobre los aprendizajes y rectificaciones más importantes en estos tres años de Misiones Bolivarianas. Menciona inmediatamente los subsidios y las becas. Al inicio, toda persona que quería estudiar recibía una beca, a fin de permitirle liberar tiempo para el estudio. Medidas similares se han tomado en otros países latinoamericanos que hemos visitado, como Argentina y México. En el caso venezolano, la beca equivalía a un salario mínimo (180.000 Bolívares, poco más de 80 dólares). También se otorgaron bolsas de comida (pan, arroz, café, leche, pasta) como estímulo para que las personas se inscribieran. A los facilitadores se les dio una ayuda mensual de 160.000 Bolívares (84 dólares). Todo esto contribuyó a la capacidad de la Misión Robinson para movilizar a cientos de miles de personas hacia el estudio. No obstante, todo esto dio pie también a distorsiones y abusos.

- “Había personas que venían, se inscribían, recibían el dinero y nunca más asomaban. O se presentaban al final”, dice Oswaldo.

Las reglas han cambiado. No todos reciben una beca. Cada centro recibe un número determinado de becas a distribuirse entre los alumnos de todo el centro. Cada grupo de alumnos decide quiénes merecen la beca, teniendo en cuenta no sólo sus limitaciones socio-económicas sino también su compromiso y su desempeño en el estudio. Una decisión democrática y solidaria acompañada de vigilancia colectiva.

Algunas lecciones de esta visita

Hemos estado en este centro cerca de cuatro horas. Al salir, registro en mi cuaderno cinco lecciones principales que me deja esta visita:

1. Quienes dicen - y me han dicho aquí en Venezuela - que es imposible ver las Misiones en operación, que hay secrecía oficial, no lo han intentado realmente. El gobierno está en su derecho de vigilar por la seguridad de los centros y de las personas, de hacer preguntas a quienes desean ingresar, de pedirles un documento de identidad, sean extranjeros o nacionales. Si la visita se hace de manera respetuosa y con objetivos claros y transparentes, las puertas se abren.

2. Ni todo es maravilloso ni todo es defectuoso en estas Misiones. Y esto es mucho decir en un país hoy tremendamente polarizado como Venezuela, que exige alineaciones entre dos posturas, que encuentra difícil reconocer la complejidad, las contradicciones, los matices. Las Misiones educativas – Robinson, Ribas, Sucre - han abierto oportunidades sin precedentes a miles de jóvenes y adultos que desean empezar o continuar sus estudios, y eso es loable en éste o en cualquier país.

3. La crítica es siempre difícil de aceptar y de digerir. Pero ésta es posible en un marco de confianza y respeto mutuos, en el que la pregunta sirva para aprender, dé pie a la conversación y deje de ser simplemente un mecanismo de arrinconamiento y deslegitimación.

4. Un bombero, un hombre y una mujer comunes, pueden mostrar ser seres humanos extraordinarios, si se les ofrece las condiciones y la responsabilidad para demostrarlo.

5. Preguntar es esencial para saber, para conocer, para desprejuiciarnos. ¿Por qué suponer, cuando está a la mano la posibilidad de preguntar?

* Fotos: Tomadas de diversos sitios, especialmente del Ministerio del Poder Popular para la Educación de Venezuela.

Referencias | Para saber más
IPLAC-Instituto Pedagógico Latinoamericano y Caribeño (Cuba) http://www.iplac.rimed.cu/
Ministerio del Poder Popular para la Educación http://www.me.gob.ve/
Misiones Bolivarianas http://www.gobiernoenlinea.ve/miscelaneas/misiones.html
Misión Ribas http://www.misionribas.gov.ve/
Misión Robinson http://www.misionrobinson.me.gob.ve/
Misión Sucre http://www.misionsucre.gov.ve/
Yo Sí Puedo http://www.yosipuedo.com.ar/




Bolivia: Una clase de alfabetización en español, traducida al aymara

Fotografías: Rosa María Torres


Rosa María Torres

Programa Nacional de Alfabetización “Yo Sí Puedo”.
Visita a la Unidad Educativa Cajuata, Cantón Sotalaya, Provincia de La Paz, Bolivia
(17 agosto, 2006)
Este reportaje es parte del estudio “Alfabetización y acceso a la cultura escrita por parte de jóvenes y adultos excluidos del sistema escolar en América Latina y el Caribe”, financiado por el CREFAL. Entre 2006 y 2009 visité programas de alfabetización y de promoción de la lectura y la escritura en nueve países de la región (Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador, México, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela).



Mediante el método cubano de alfabetización 'Yo Sí Puedo' y el programa nacional de este nombre iniciado en marzo de 2006, el gobierno boliviano se propuso, con ayuda de Cuba y Venezuela, alfabetizar a un millón 200 mil personas y declarar a Bolivia “Territorio Libre de Analfabetismo”. La declaratoria se hizo en efecto el 20 de diciembre de 2008, contabilizándose 827.000 nuevos alfabetizados en las tres lenguas mayoritarias del país: español, quechua (13.599 personas) y aymara (24.699 personas). El Plan duró 33 meses.

El punto de alfabetización que visitamos funciona en las instalaciones de un colegio, el Colegio Técnico Humanístico Cajuata, ubicado en el Cantón Sotalaya. Es una visita planificada y el lugar ha sido elegido por el equipo técnico del Programa Nacional de Alfabetización, iniciado hace tres meses, y cuyos materiales (videos y cartlla) están disponibles en este momento solo en español. La técnica que me acompaña desde La Paz tiene a su cargo esta zona.

La escuela celebra hoy su aniversario, así que nos topamos con un ambiente de fiesta. Toda la actividad transcurre en el patio central: sobre el podio, una banda que ya está empeñada con la música; a un costado, sentados en fila, hombres con sombreros y algunos con un cinto de colores cruzado sobre el pecho (“los que tienen un cinto cruzado son autoridades”, me explican); del otro costado del patio, una fila de mujeres, ataviadas con trajes elegantes y sentadas en el suelo, conversando entre ellas. Hombres y mujeres van separados en las fiestas. “Así es la tradición andina”. Los hombres sentados sobre un muro, las mujeres sentadas en el suelo.

La clase de alfabetización funciona en una suerte de altillo, al que se sube por una escalera exterior. Esta es regularmente la sala de video del colegio, nos explica el director. Ahora se está usando para la alfabetización de adultos.

Arriba, la habitación – un espacio estrecho, con suelo de tabla, muy modesto, bien iluminado - está repleta de mujeres indígenas, aymaras, la mayoría en su tercera edad y algunas de mediana edad, con grandes polleras* y arropadas con mantas, a la usanza boliviana. Los sombreros Borsalinos ya han sido colocados en el dintel de la ventana, que da al patio central, el de los festejos. Hay un solo hombre, mayor, bendito entre las mujeres. No hay asientos: todos sentados en el suelo, frente a bancas de madera con espacio para tres personas que sirven de mesas y en las que están desplegados cuadernos y cartillas. Al fondo, unas pocas mujeres sentadas en el suelo pero sin banca adelante. Todos atentos, mirando al joven facilitador y al televisor, prendido, que ha quedado congelado en esta pantalla:
sale
sa-le
                                                                                 
El facilitador me invita a pasar adelante, junto a él. Este joven aymara, flamante bachiller de la comunidad, se llama Mamerto. Buzo deportivo celeste con el logo de Coca Cola en la parte delantera, Mamerto es el único aquí vestido al modo occidental, aparte de nosotros, los visitantes.

Desde el frente, con una vista panorámica de la clase, cuento 28 personas, entre ellas una niña y un niño, seguramente acompañantes de mamás o abuelas. En medio de los saludos y presentaciones de rigor, en los que Mamerto oficia de maestro de ceremonias y de traductor, empiezo a conversar con él.

La clase

¿Cuándo empezó a enseñarle a este grupo?
- “Empecé hace dos meses aproximadamente. Las señoras están interesadas en aprender. Y a mí me gusta enseñarles. Es la primera vez que enseño”.

¿Cuál ha sido el mayor problema hasta ahora?
- “Ellas hablan aymara, muy poco entienden el español. No entienden los videos. Además, no alcanzan a ver las letras que aparecen en el televisor, tienen problemas de vista”.

¿Y cómo hace entonces con las teleclases?
- “En realidad, poco se usan, y cuando las usamos, yo les traduzco al aymara”.

¿Alguien le ha enseñado a hacer esto?
- “No, yo solo me voy inventando, por la necesidad. Me ayuda la facilidad de que yo hablo ambos idiomas”.

Le pido a Mamerto que prosiga con su clase, utilizando el video que ya ha colocado, posiblemente en honor a la visita. Me interesa ver cómo se las arregla para usarlo en estas condiciones. Lo que sigue a continuación es uno de los episodios pedagógicos más desconcertantes y fascinantes que he presenciado en mi vida. Mientras en el televisor corre la videoclase en español – versión del ‘Yo Sí Puedo’ grabada por actores ecuatorianos, para uso en el Ecuador - Mamerto habla, gesticula, blande la cartilla, se mueve incesantemente y hace uso, en fin, de todos los recursos imaginables, en su afán por “traducir” a sus alumnos al aymara lo que se escucha y ve en español en el televisor. El acto se completa con 28 pares de ojos y oídos que danzan sin cesar entre Mamerto, la cartilla y la pantalla. Cuando llega el momento de los ejercicios, él congela la pantalla, se sienta en una pequeña silla que tiene al costado del televisor y, con ayuda de una vara, recorre letras, números, sílabas, palabras, frases, mientras pide a sus alumnas que las repitan en voz alta y en coro. ¡La pantalla usada como la pizarra convencional! Con la limitación de que es mucho más pequeña, no puede escribir sobre ella ni agrandar los textos a antojo.

El Manual del Facilitador ‘Yo Sí Puedo’ orienta a los facilitadores que "cada una de las clases tiene un carácter global e integrador, por lo que recomendamos que los participantes las observen primero en su totalidad y después vuelvan a aquellas partes de la clase que así lo requieran". Esta orientación no contempla situaciones como la descrita aquí, que anula toda posibilidad de comprensión, tanto en el plano lingüístico como en el visual.

Los problemas que enfrenta Mamerto con el método 'Yo Sí Puedo' – y algunas de sus “soluciones” - los hemos visto ya en los diversos países en que viene usándose este método. Dos problemas en particular:
(1) La lengua: Quienes no hablan o no hablan bien el español, se enfrentan a problemas de comprensión si el método de enseñanza – éste o cualquier otro – usa el español como lengua de instrucción. (En el caso de Bolivia, los equipos encargados de producir los videos en quechua y en aymara viajaron a grabarlos en Cuba justamente durante los días de nuestra visita).
(2) La visión: Quienes tienen problemas de vista no alcanzan a leer los textos en la pantalla del televisor, más aún si la pantalla es pequeña y la distancia grande. Tratándose de un método de alfabetización, ambos problemas son serios, pues el analfabetismo en Bolivia y en toda América Latina se concentra precisamente en la población indígena – hablante de numerosas lenguas y con grados muy diferentes de bilingüismo y multilingüismo- y entre personas adultas y mayores, edad en la que, como se sabe, se agudizan los problemas de visión.

El Ajtapi **

Terminada la clase, y cuando estamos por irnos, una señora se acerca y me entrega, ruborizada y de costado, un atadito con cinco huevos frescos. Los acepto, aunque sé que estos huevos son alimento de una familia entera, y que yo no podré comérmelos en el hotel ni me permitirán subirlos al avión. Gesto de agradecimiento y amistad, ofrenda de generosidad excepcional precisamente porque proviene de la renuncia, de una sobrecogedora pobreza material.

Las mujeres empiezan a sacar sus ataditos para el Ajtapi
de cierre y despedida. Organizándose rápidamente en el fondo de la habitación, sentadas en el suelo, una por una empiezan a desatar amorosamente sus atados y a ponerlos sobre el suelo para celebrar este frugal y maravilloso ágape colectivo, sin platos ni cubiertos, compuesto de chuño, papas y habas.

Tres juegos de televisores y VHS en la habitación

Mientras comemos, me fijo que en este extremo de la habitación hay otros dos televisores y VHS, nuevos ambos, aún junto a sus cajas. Mamerto me explica que en este mismo espacio funcionan tres grupos de alfabetización, en horarios diferentes. ¿Por qué no se usa un solo equipo de televisión y VHS? El colegio registró tres grupos de alfabetización; a cada grupo se le entregó un juego completo. Estos equipos han sido donados por el gobierno venezolano, el gobierno de Hugo Chávez con el que Evo Morales tiene excelentes relaciones.

Para conformar un grupo de alfabetización, y recibir el respectivo equipo, se requiere presentar una lista con un mínimo de 15 personas.
El mecanismo, evidentemente, no está funcionando bien. El atractivo de estos aparatos puede distorsionar las estadísticas y el propio sentido y objetivo del programa de alfabetización. De hecho, en los meses posteriores a esta visita supimos y leímos en diarios bolivianos sobre las disputas entre autoridades, grupos y comunidades por obtener los aparatos y quedarse con ellos. 

En el camino de regreso a La Paz vamos conversando con los técnicos del programa acerca de éstas y otras anomalías que ellos ya conocen, que todos hemos percibido en las visitas y que es preciso corregir.

* Polleras: faldas. Mantas: chales, chalinas. Sombreros Borsalinos: sombreros típicos en Bolivia. 
** Ajtapi (aymara). Comida comunitaria y originaria. La comida se pone en el suelo sobre un aguayo (mantel), para que la coman los presentes. Cada persona lleva un atado con lo que puede ofrecer: papas, habas, charque, pescado, tutu (maíz cocido), huevos, queso, chuño (papa deshidratada), waika (tipo de aderezo), etc.

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...